¿qué ocurre con la prostitución y cuál es la experiencia real de las prostitutas? Las respuestas a esta última pregunta son tantas como trabajadoras del sexo existen, e incluyen gran cantidad de opciones: de las que lo consideran como lo peor que le ocurrió en su vida, como en el caso de la carta de la prostituta a sus clientes, o las que, como Natalia Ferrari, lo consideran como una herramienta emancipadora.
La mayoría de opciones caen en un punto intermedio entre una y otra opción, especialmente si nos referimos a la prostitución en los países desarrollados. Muchos testimonios coinciden en algo: es una manera de hacer dinero rápido y fácil. Es lo que ocurre con una de las usuarias de 'Reddit', que bajo el seudónimo de 'brothelgirl' (algo así como 'chicadeburdel'), ha explicado que lleva prostituyéndose en una gran ciudad australiana desde que tenía 17 años: “Era joven y rebelde y estaba cachonda”. Nada de trauma familiar. La autora explica que, simplemente, era una manera de ganar mucho dinero (actualmente, unos 2.500 euros a la semana) a cambio de un montón de sexo.
Los viernes y sábados por la noche puedo tener entre 7 y 9 clientes en seis horas
La autora habla de todo sin tapujos, como suele ocurrir con los AMA (siglas de “Ask Me Anything”, es decir, “pregúntame lo que quieras”), de sus motivaciones personales al tamaño de los genitales de sus clientes pasando por los consejos a los jóvenes que desean iniciarse en el sexo con una prostituta y que, como ya hemos señalado en alguna ocasión, son mayoría.
El negocio en horas puntas
Si uno quiere pasarlo bien, la autora recomienda tácitamente acudir entre semana a deshora. Como ocurre con otros sectores como el de la restauración, cuanta menos demanda haya, más fácil será que el servicio sea perfecto. “Los viernes y sábados por la noche puedo tener entre 7 y 9 clientes en seis horas”, explica. “Es básicamente un polvo rápido ya que las salas de espera están llenas. La mayoría de chicos vienen de fiesta así que lo limitamos a citas de media hora”. En estos encuentros, se suprime cualquier conversación y se va al grano, aunque reconoce que los clientes suelen salir contentos. “Suena frío e insensible, pero el servicio aun así es cálido, amistoso y caliente”.
Por lo general, se trata de la típica fiesta que termina con un “¡vamos a un burdel!”, por lo que brothelgirl reconoce que les resulta fácil convencerlos para que hagan un trío y, por lo tanto, puedan cobrar el doble o el triple por menos trabajo.
Clientes habituales y otra fauna
La prostituta reconoce que se acuesta con uno o dos vírgenes cada semana. Al parecer, es algo muy habitual, y anima a hacerlo si de verdad se desea, alvo que uno le dé un gran valor a su virginidad. Sin embargo, advierte, es muy probable que sea una experiencia decepcionante: “Creo que depende enormemente de la chica que elijas, de prepararla mentalmente y de fijar expectativas claras check here en las que os pongáis de acuerdo”.
Por lo general, recuerda brothelgirl, el trabajo es el trabajo. Y es muy semejante al de, por ejemplo, un médico: “Después de cierto tiempo, los cuerpos terminan siendo cuerpos”. Y esta prostituta reconoce que se presta a cualquier cosa (sí, a cualquiera), exceptuando menores de edad o animales. Sin embargo, admite que rechazaría a personas con determinadas incapacidades, no por ella, sino porque piensa que no sería capaz de excitarles. Eso sí: “la arrogancia, una borrachera extrema, estar bajo los efectos de las drogas o una falta de respeto” pueden provocar que rechace a un cliente.
Educadamente y con humor les hago ciertas sugerencias para que mejoren su técnica y sean capaces de hacerme llegar al orgasmo
El tamaño del pene
Como no podría se de otra manera, brothelgirl resuelve unas cuantas cuestiones con el tema que más preocupa a muchos hombres: el tamaño de sus genitales. Sí, el tamaño medio es mucho menor de lo que pensamos (o de lo que alardeamos): las más pequeñas miden unas tres pulgadas, es decir, unos 7,62 centímetros, aunque la media se encuentra entre cinco y seis (de 12,7 a 15.24). Más allá de eso, las considera grandes. Eso sí, brothelgirl ha tenido malas experiencias con el tamaño del pene, y no precisamente por ser pequeño: “La más grande era tan larga y gruesa como mi antebrazo, así que tuve que decir que no”, explica. “El pobre tipo estalló en lágrimas y dijo que no podía acostarse con nadie por su tamaño. Además, en esos casos nunca se les pone dura del todo”.
Los orgasmos de la prostituta
¿Son reales o, por lo general, los finge? Aunque reconoce pasárselo bien trabajando, brothelgirl explica que raramente llega al clímax con un cliente. “Lo intento en todas las citas, pero a menos que sean hábiles con el sexo oral estoy tan acostumbrada a mis dedos que solo puedo correrme yo sola”, explica. Otra alternativa es terminar por sí misma una vez el hombre ha alcanzado el orgasmo, mientras este mira, o practicar la masturbación mutua. Además, reconoce que hay algunos tipos “terribles”: “educadamente y con humor les hago ciertas sugerencias para que mejoren su técnica y sean capaces de hacerme llegar”. La amplia mayoría responden favorablemente.
Lo mejor de ser una prostituta…
Según brothelgirl, hay muchas ventajas de dedicarse a este trabajo: “La libertad (financiera, de estilo de vida, de turnos). Me encanta el sexo, y esto satisface mi ansia hasta cierto punto”. Aunque entiende que su acercamiento 'new-age' (sic) a la prostitución puede ser difícil de comprender, la autora firma que le encanta sentir el subidón de su trabajo: “Creo en la energía y en su transferencia. Después de acostarme con entre 5 y 12 clientes a la noche te alimentas de su energía. Esto puede ser bueno y malo”. Bueno porque, a pesar del cansancio, aún sientes que puedes correr una maratón. Malo, porque puede llevar fácilmente a la confusión y al insomnio.
...Y lo peor de ser una prostituta
“Estoy pensando en ello”, reconoce la autora. “Nada realmente. Es seguro y muy divertido. He tenido que lidiar con algunos gilipollas, pero nada reseñable”. Ese puede ser el lado más complicado del trabajo, quizá, aunque por lo general es fácil librarse de los pesados que quieren que una prostituta les bese sin pagar un extra. Eso sí, brothelgirl admite en otro momento que echa de menos ciertas interacciones con el otro sexo, aunque no se refiere exactamente a salir a cenar: “Me quedo satisfecha con el sexo en mi trabajo, pero echo de menos tener relaciones que yo instigue”, explica. “El tonteo, los preliminares y la tensión no pueden ser replicados en un burdel. Lo echo de menos, al igual que la intimidad y el sexo con amor con una pareja